lunes, 8 de octubre de 2007

CONOCER A TRONCHA

Ante todo debo reconocer que se me antoja algo difícil el escribir sobre mí mismo, es la primera vez que lo hago, ya que nunca he sido amante de diarios ni cosas parecidas, quizás y por ser realmente honesto fuera por pura pereza, esa maldita puta que nos priva de hacer tantas cosas, el caso es que aquí estoy porque me lo habéis pedido y al menos voy a intentar hacerlo.
Aparte de muchas otras cosas en las que no me parece oportuno entrar, quizás porque lo que realmente importa es el presente mi mayor afición es el cine, no es que renuncie a mi pasado, de hecho de vez en cuando me gusta echar la vista atrás y darme cuenta lo que ha evolucionado todo, tengo la idea que todo lo que nos pasa en la vida, pasa, por muy malo que sea no podemos dejar el ancla echada en cierto momento pretérito y después pretender arrastrarla el resto de nuestros días, no se lo que me depara el futuro, puedo tener un ligero pensamiento, pero siempre digo que es mejor arrepentirse de algo que uno ha hecho que de lo que no ha hecho, quizás me equivoque pero hasta ahora no me ha ido mal del todo con esta filosofía.
Si echamos una de esas miradas atrás de las que antes mencionaba, quizás podamos dar con la clave de ciertas aficiones o preferencias que tengamos en la actualidad, soy de los que opinan que la persona se forja en un porcentaje muy alto durante sus primeros años y que si esa base es buena, posteriormente será más sencillo poder evitar problemas futuros, volviendo al hilo, una de las imágenes que recuerdo era cuando era muy pequeño y entraba por la puerta del desaparecido, uno de tantos, Cine San Remo, ubicado en plena calle Alcalá, justo enfrente de la plaza de toros de las Ventas, mi padre trabajaba allí y cuando no había colegio íbamos a verle, imaginaos cuando entraba en su lugar de trabajo y veía las máquinas de proyección, tan grandes inalcanzables para mí, los mayores tenían que auparme para poder verla entera, mi recuerdo era que aquella era la máquina que hacía el cine, dentro de su cilíndrica panza estaba toda la factoría cinematográfica, todas las imágenes todos los sueños, todos los actores y personajes, con el tiempo por supuesto comencé a asumir la realidad, cuando también acompañando a mi progenitor, nos dedicábamos la mañana del sábado a hacer lo que se llama "el cambio", consistía en llevar en una furgoneta las latas de las películas de un cine a otro para que esa misma tarde se estrenara, y allí me colocaba yo en la parte trasera, sentado encima de aquellas tarteras metálicas, me aposentaba encima de los grandes, y no solo quedaba ahí la cosa, por supuesto que entraba gratis por las tardes para poder ver aquellos estrenos que horas antes habíamos llevado de un lado a otro de Madrid, no os podéis imaginar como me sentía en el colegio cuando a todos mis compañeros les decía que ese mismo fin de semana acaba de ver 101 Dálmatas y encima sin pagar una sola peseta, antes no había euros, como ahora.
Estos fueron mis primeros contactos que yo recuerde con el mundo del cine, a partir de ahí todo ha sido muy autodidáctico, viendo, leyendo, comentando, hablando e incluso probando cosas nuevas que yo solo no me hubiera atrevido a probar y cualquiera sabe si no hubiera dado ese paso donde me habría quedado, por ello desde aquí debo agradecer a dos de mis amigos que me contagiaran su pasión por el cine y de esta manera animarme a que viera cosas nuevas y distintas e incluso que comenzará a escribir sobre ellos, ellos son Jose y Jesús, dos locos muy cuerdos que son muy buena gente y que con simplemente mirarles a los ojos cuando te hablan de una película te das cuenta perfectamente de lo que llegan a sentir, ellos me ha ayudado a sentir lo que yo siento ahora. Dejando atrás el episodio de los agradecimientos, con el tiempo fui descubriendo cosas que ni siquiera hubiera imaginado, en mi andadura me tropecé con algunos de los grandes, Monicelli, enseñándome su particular mundo, Clouzot, y sus exquisitas intrigas, Melville, ayudándome a entender el mundo del hampa de una manera muy distinta, Tarkovsky, con su torturado cine hecho a imagen y semejanza de su propia persona, Bergman, sus complicaciones y posteriores satisfacciones, Wilder, o el rey Midas, capaz de convertir en oro puro cualquiera de sus producciones, y tantos y tantos otros, es injusto citar a algunos porque siempre se nos acaba quedando alguno en el tintero, valores actuales como Johnny To o Takashi Miike, el mismo Tarantino, en fin tanto que ver y tan poco tiempo, siempre he pensado que una vida quizás es demasiado poco para disfrutar todo lo que quisiera del cine.
Para terminar simplemente advertir que actualmente intento visualizar todo el cine que cae en mis manos, y al mismo tiempo hacer una reseña o crítica, nunca he estado muy seguro de cómo llamarlas, para irlas publicando en un blog ( http://mitiquisimo.blogspot.com) que tengo a medias con otro amigo, simplemente escribo lo que el film, me transmite, lo que siento cuando lo veo, sea bueno o malo, sin estar obligado a agradar u ofender a nadie, solamente mi opinión, eso si casi nunca mi tiempo lo pierdo con el cine comercial actual, porque los desengaños que he tenido con él han sido muchos, esto no implica que no lo tenga en cuenta, pero mi interés hacía él es bastante limitado, centrándome más en cine que no recorre los circuitos comerciales o lo hace de forma escasa.
Troncha