Aterricé hace casi 30 años en la costa de Girona, lugar donde me he dedicado en cuerpo y alma a no hacer absolutamente nada, o al menos eso dicen de mí. Reparto el tiempo entre la música, la escritura y sacarle partido a mi histrionismo. La música es un mal negocio, la escritura es muy sufrida y la actuación ayuda a aliviar migrañas y depresiones.
Salvando mi estúpida y ya superada obsesión por vivir de la poesía y mi participación en diversos blogs colectivos dedicados al cine y la cultura, abrí hace un año Starman Magazine, que conforma a su modo mi soñada revista cultural, esa que jamás verá la luz y que se inspira en la primera época del desaparecido Fantastic Magazine, a mi juicio una de las mejores (y más maltratadas) publicaciones que se han visto en este país.
En Starman Magazine (http://manstar.wordpress.com) se habla mayormente de cine y generalmente de todo, la única regla es que no hay reglas. De ahí que conviva la veneración del cine ochentero con la defensa de ciertos autores independientes o el rescate de artistas que nunca han sido todo lo populares que merecen. En cuanto al nombre... bueno, es fácil de deducir. Aviso a visitantes: no dejarse el sentido del humor en los otros pantalones.
